El alma sanadora

"Si la luna brilla, los muertos alzan su mirada al cielo, las tinieblas les dan vida, sus ojos muestran sus recuerdos y al alba, vuelven al limbo. Me miran triste esta noche, no tienen vida pero no lo saben, tan solo lloran, aunque sus lágrimas ya hayan desaparecido; me da tanta pena, siento que mis manos quieren curarles, o quizás matarles para que no sufran más, pero ya están muertos. Parecen tan vivos que parece que nada cambiaria, no encuentran el camino de regreso y yo lo estoy olvidando, no quisiera caer donde ellos, aunque quizás empiece a desvariar, nadie más que yo ha recibido la llamada, quizás empiezo a morir y tengo recuerdos que no distingo, quiero salir de aquí, al menos he conseguido darme cuenta de ello."

Aquello leía Niadel en un manuscrito, sobre una mesita, mientras que Yu-gy se preparaba rodeando su cintura con un cinturón que llenó de dagas, brazaletes en los que escondia una daga en cada uno, y comenzaría la búsqueda. Antes de partir, Niadel conducido por la intriga, preguntó a Yu-gy de qué se trataba ese manuscrito.

-Niadel, estoy listo -dijo Yu-gy-, ¿Nos vamos? Espero que no estés cansado, la noche será larga y por aquí, es algo tenebrosa.
-Sí, tan solo leía esto -señaló al manuscrito-, ¿Lo escribiste tu?
-No, lo encontré por aquí cerca -contestó Yu-gy-, creo que tan solo es una leyenda sobre este lugar, es cierto que es algo extraño, pero la verdad es que nunca conseguí entender el significado de ese manuscrito.
-Habla de la llamada -contestó Niadel-, quizás se trate de la misma que Nicko y yo recibimos, aquella que te he contado de Zanguetsu.
-¿Crees entonces que lo escribió alguno de los que nos separamos y anda por aquí? -Preguntó Yu-gy-. La verdad es que yo no he recibido ninguna llamada ni tampoco he visto a mucha gente por aquí, aunque una vez me encontré con Chisue, pero se quedó poco, parecía tener prisa.
-¿Chisue ha estado aquí? -Preguntó Niadel-. Espero que la encontremos; bien, vamos entonces.
-Sí, abre los ojos, la noche es triste por aquí -contestó Yu-gy.

Salieron de la casa de Yu-gy, la noche era fría y la luna en el cuarto creciente, iluminaba el camino, aún así, la luz daba escalofrío, no parecía el mismo lugar al que había llegado Niadel tras del lago subterráneo, aunque se sentía en el mismo. La niebla se hacía espesa, y el silvido del aire cantaba una triste melodia, el mismo viento movía las ramas de los árboles, algunas se chocaban entre sí, otras rasgaban el tronco, pero todas tomaban función de instrumento.

-Tranquilo, al final te acostumbras a esta noche -comentó Yu-gy-, la melodía que suena la llamo "Canon del recuerdo".
-¿Porqué ese nombre? -Preguntó Niadel.
-Me da melancolía, aunque incluso me gusta -explicaba Yu-gy-, cuando aceptas esta noche, notas su magia, no la entiendo pero la siento, he conseguido que sea mi hogar.
-¿Recuerdas tu anterior hogar? -Preguntó Niadel-. Aquel donde todos nos conocimos, nuestra, ahora, Tierra quemada; ese ha sido siempre mi hogar.
-Para ser sincero -contestó Yu-gy-, no lo recuerdo con certeza, he olvidado los nombres de muchos, aunque si los viera los reconocería, eso me pasó contigo y con Chisue.
-Quizás has pasado demasiado tiempo fuera de allí, pero tranquilo, pronto -dijo Niadel.
-¡No! -Interrumpió Yu-gy-. Quiero decir, no -reaccionó tranquilizándose-, este es ahora mi lugar, esta bien eso de volver a ver a los amigos, pero no quiero irme de aquí.
-¿Cómo dices? -Preguntó Niadel confuso.
-Este es ahora mi lugar.

Yu-gy empezaba a mostrarse nerviso, sin duda escondía algo, Niadel podía casi ver en sus ojos que no decía la verdad, pero no podía estar seguro y no podía obligarle a nada. Si era cierto que le necesitaban, debían de unirse todos nuevamente o morirían tal y como contó Zanguetsu, "Pronto todos moriremos, todos nosotros".

-Sabes que hemos de unirnos todos nuevamente -explicó Niadel-, es la última oportunidad para Tierra quemada y para nosotros.
-No puedo irme de aquí -contestó Yu-gy evadiéndose-, vamos, es aquí.

Yu-gy sabía que la cueva no era la salida, realmente escondía un misterio que ni él mismo aún había descubierto, pero por allí tan solo habían conseguido entrar, nadie había salido. Niadel entró con seguridad, pero sin un plan o una sola pista, "¿Subir escalando?", pensaba mientras Yu-gy permanecía alerta con sus manos preparadas para sacar sus dagas si el momento lo requería.

-Abre los ojos -dijo Yu-gy.

Antes de que Niadel pudiera reaccionar, Yu-gy lanzó una daga sobre Niadel, que le rozó el cabello, dirigiéndose hacia una figura oscura detrás de Niadel, una figura humana a la que le salían dos alas de fuego azul en su espalda y poseía una espada del mismo fuego en su mano izquierda.

-¡Niadel corre! -Gritó Yu-gy-, ¡Bucea hasta la piedra dorada, girala tres veces a la izquierda y escondeté alli!

Niadel se giró, observo no más de un segundo aquella figura, los brazos de Niadel comenzaron a arder del mismo fuego azul de las alas, notaba su alma ardiendo y se incó de rodillas, una lágrima brotó de sus ojos, reaccionando tarde, se levantó y saltó de cabeza al agua, buscando la piedra dorada de la que hablaba Yu-gy, la giró tres veces y buceó por el tunel; casi sin aire llegó a una nueva sala de aquella cueva, una llena de cristales de cuarzo, la amatista predominaba entre ellos y una luz blanca tenúe iluminaba tímidamente la zona.

Mientras tanto Yu-gy lanzó dos dagas más al sujeto de las alas, el cual se lanzó en la carrera a por el. Yu-gy saltó a el agua siguiendo a Niadel, al encontrarle, este se encontraba tirando en el suelo, sus brazos ya no ardían, pero su alma aún quemaba.

-Espero que aún estemos a tiempo -dijo Yu-gy.
-Aún lo estamos, tranquilo -contestó una voz femenina que se acercó a ellos-, hay algo en su interior que lo a evitado.

Sus manos tocaron el corazón de Niadel, un destello de luz blanca envolvió a Niadel, dejando su alma nuevamente tranquila y reponiendo sus fuerzas.

-¿Estás bien? -Sonrió la chica.
-¿Eh? -Niadel observó unos segundos-. Chisue, ¿Eres tu?
-Lo has conseguido Niadel, eres el primero en resistirlo -contestó Chisue-, vamos, levanta.
-Casi no lo consigues amigo -sonrió Yu-gy.
-¿Quién era ese? -Preguntó Niadel-. ¿Qué pasa aquí?
-Es una larga historia -contestó Chisue-, cuando estés preparado, ahora mismo estás muy emocionado, tu alma se está restableciendo.
-Volveré a por mis dagas -dijo Yu-gy mirando a Chisue- él ya no debe de estar allí.

Niadel los miraba confundido, Chisue sonría sin entender como Niadel sí había podido resitirlo y Yu-gy volvió a el agua. Mientras tanto Zanguetsu, Nicko he Hikari volvían a la puerta. Zanguetsu intentaba llamar a Niadel, pero no conseguía comunicarse con él.

Las escaleras por las que Niadel había caido, estaban reconstruidas, y siguieron el camino, hasta llegar al círculo de luz.

-Mira Zan -dijo Nicko-, este círculo es igual al que nos trajo aquí, o, al menos, cuando todo esto estaba dentro de la ilusión de Hikari.
-Sí, esta es la puerta, pero si volvemos, no encontraremos el camino para recuperar a Niadel -contestó Zanguetsu.
-Recuerdo este lugar -comentó Hikari-, allí abajo... La sagrada noche triste... Los lugares sagrados del equilibro.
-¿Cómo dices? -Preguntó Zanguetsu.
-¿Eh? -Reaccionó Hikari-. Creo que ya he estado allí abajo, pero no lo recuerdo.
-Hemos de bajar, ¿No? -Preguntó Nicko.
-Aún no podemos -contestó Zanguetsu-, dime Hikari, según tu historia, debías beber ese agua sagrada para curar tu evenenamiento.
-Sí -interrumpió Hikari-, pero ya estoy bien.
-Pero al llegar aquí, recibiste tu pluma de fuego, y tu mente quedó envuelta en la ilusión, nosotros te despertamos -continuó Zanguetsu con desconfianza-, ¿Cuándo bebíste el agua para curarte?
-¿Eh? -Hikari no supo que contestar-. Creéme, ya estoy curado, lo noto.

Hikari quedó pensando unos momento, "Estoy curado, ¿Verdad? Si no lo estuviera, lo seguiría notando", pero seguidamente se centró en lo anterior que había dicho, "La sagrada noche triste, ¿Estuve allí?". Hikari quedó envuelto en un mar de dudas, sin duda sentía que algo había pasado desde que entró en la puerta hasta quedar envuelto en aquella ilusión, aquellos lugares estaban relaccionados, "Los lugares sagrados del equilibrio", pensaba mientras recordó algo, sin tiempo para contarlo reaccionó.

-¡Tenemos que sacar a Niadel de allí! -Gritó Hikari.

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