El poder oculto

Mientras los tres individuos se miraban, la ciudad resurgida bajo las cenizas del ave Fénix, estalló bajo una luz cálida sumergida en una nueva ilusión, nuevamente las sombras de los que allí estuvieron en antaño, aparecían por las calles de la tierra quemada, la diferencia se encontraba en que, esta vez, no caminaban en dirección contraria a la mirada de Niadel, esta vez, todos se encontraban parados, notándose por la silueta de su rostro como miraban al cielo, donde el tímido rayo de sol, comenzaba a disiparse. Como melodía en su voz, al unísono, comenzaron a recitar mientras que Niadel y sus dos amigos, se encontraban en el centro de las sombras.

Fuego de muerte y vida,
herida en cicatriz y resurgida
tras la hudía de nuestra gente,
corazón en vuelo ardiente
que se disipa tras la llamas.

Fuego de muerte y vida,
arde el nido de tu ave
para nacer esta ciudad perdida,
herida en cicatriz y resurgida
tras la huída en muerte acechante,
entre tinieblas vibra nuestra alma.

Fuego de muerte y vida,
somos el sueño perdido
y la ilusión recuperada,
somos el suelo caído
y el viento de tus alas carbonizadas,
somos y seremos lo que fuimos.

Fuego de muerte y vida,
bajo nuestro pie, tinieblas,
sobre tus alas, tierra quemada,
entre nuestra esencia
partida la constancia, en alma,
en alma la existencia por tus alas.

Tras el sonido de la última palabra, las sombras de aquella ilusión se evaporaron nuevamente, el tímido rayo del sol, se disipó y lo que el ave Fénix había restaurado por momentos, dejó de brillar, volviéndose en ceniza, quedándo nuevamente todo quemado. Con sorpresa, pero con tristeza, Niadel y Nicko miraban lo sucedido.

-¡¿Qué ha pasado?! -Gritó Nicko.
-¿Todo era un ilusión? -Preguntó Niadel.
-El cantar de las sombras sí fue una ilusión -contestó el recién llegado-, pero la tierra quemada realmente había resurgido, pero aún no es suficiente para que se mantenga así.
-Zanguetsu -dijo Nicko-, ¿Cómo sabes eso?
-Es sencillo, habéis recibido una pluma de fuego cada uno, ahora mismo tenemos una cada uno -explicaba Zanguetsu-, pero necesitamos juntar todas, todas las que el Fénix ha regalado a cada uno de los que nos separamos, es entonces cuando la tierra quemada podrá mantenerse resurgida.
-¿Crees que todos la han recibido? -Preguntó Niadel.
-Es posible, de hecho creo que por ello ha sido posible esta ilusión de sombras -contestó Zanguetsu-, pero tendríamos que averiguarlo, y no tenemos mucho tiempo para encontrarlos a todos.
-¡Vamos, vamos, vamos! -Gritó Nicko-. Encontrémos a todos, tengo ganas de verles.
-Antes de eso, venid -se giró Zanguetsu-, hay algo que debéis hacer.
-¿A dónde vamos? -Preguntó Nicko.
-Al nido del Fénix.
-¿Cómo dices? -Se extrañó Niadel-. El Fénix es un ave única, no se reproduce como todas, no puede tener nido.
-No se sabe exáctamente cuanto vive el Fénix, pero siempre resurge de sus cenizas, para ello crea su nido cuando siente llegar su fin, recoge y acumula plantas aromáticas, como el incienso, cardamono y resinas -explicaba Zanguetsu-, con ellas crea su nido expuesto al sol, así este quemará las plantas secas, el Fénix se tumbará sobre su nido, y arderá con él, convirtiéndose en ceniza.
-Pero si es de fuego -sonreía Nicko-, ¿Cómo puede arder?
-Pues porque llegó su fin -continuaba Zanguetsu-, después, en esa ceniza, impregnada de los restos del Ave, nace una pequeña oruga, que, poco más tarde, se transforma en el nuevo Fénix; la cual tiene por primera misión, depositar, en un tronco hueco, los restos de su padre.
-Interesante -contestó Niadel-, bien, ¿Dónde está ese nido?
-¿Para qué vamos allí? -Interrumpió Nicko-, ¿Tenemos que darle las gracias?
-No, observar vuestras plumas de fuego -contestó Zanguetsu.

Sacaron cado uno de su bolsillo derecho del pantalón, su respectiva pluma de fuego, esta vez el color era de oro con tonos azulados, extrañados por aquel cambio, pero sin más importancia, sonrieron.

-¿Qué significa? -Preguntó Nicko.
-Significa que tenemos poco tiempo, la llama se apagará, de ser así, el Fénix no arderá en su nido con todo su ser, y no podrá renacer -contestó Zanguetsu.
-Bueno, entonces vamos -dijo Niadel-, supongo que si ocurre eso, no podremos hacer que la tierra quemada resurja y se mantenga.
-No solo eso -prosiguió Zanguetsu-, si no lo conseguimos, todos nosotros también moriremos.
-¡¿Qué?! -Exclamó Nicko-. Entonces vamos rápido, ¡A correr!

Guiados ahora por Zanguetsu, se dirigieron al nido del Fénix, sin duda, aun no era el momento en el que el Fénix se convertiría en ceniza, había algo más que debían ver allí. Hacia el norte y a la izquierda del lago, donde el árbol solitario se alzaba más que ningún otro y el sol lo iluminaba con fuerza, allí se encontraba el nido.

-Wow -sonrió Nicko-, que árbol más grande, y ¿El nido?
-Allí -señaló Zanguetsu con su dedo índice a la copa del árbol.
-¡No! -Gritó Nicko-. ¿Cómo vamos a subir allí?
-Alzad vuestras plumas de fuego y repetir conmigo -contestó Zanguetsu alzando su pluma de fuego, Niadel y Nicko repitieron el acto-, "Soy el último en tu camino ,la última primavera y última nieve, la última lucha para no morir".
-"Soy el último en tu camino ,la última primavera y última nieve, la última lucha para no morir" -Repitieron Niadel y Nicko.

Seguidamente el viento aumentó, el calor creció y desde lo más alto, el ave Fénix acudió en la llamada, bajando hacia ellos y esperando para que montaran sobre él, claramente, uno a uno.

-¿No nos quemaremos? -Preguntó Nicko.
-Sube -contestó Niadel sonriendo.

Finalmente los tres subieron al nido del Fénix, la caída era impresionante, tendrían que evitar mirar abajo.

-Bien, tan solo tenéis que colocar vuestras plumas de fuego sobre el nido -explicó Zanguetsu-, cuando hayan sido quemadas por el fuego, sin dejar que se conviertan en cenizas, cogerlas, no os quemará.

Así lo hicieron, Niadel y Nicko depositaron sus plumas de fuego en el nido, segundos más tarde, los rayos de sol las envolvieron en llamas, Niadel cogío su pluma de fuego en llamas nuevamente rojas, el fuego se traspasó por su brazo a todo su cuerpo, pero este no quemaba. Seguídamente, Nicko con más desconfianza, realizó lo mismo y surgió el mismo efecto; después guardaron sus plumas en su bolsillo derecho del pantalón, una vez que el fuego ya no les recorría el cuerpo.

-¿Qué ha ocurrido? -Preguntó Niadel.
-Las llamas que os ha trasmitido vuestra pluma de fuego -explicaba Zanguetsu-, han despertado una habilidad oculta en vuestro interior, en mi caso fue la telepatía, por la cual pude realizar la llamada, esto nos facilitará el trabajo, incluso puede que sin ello no pudieramos conseguirlo.
-¡¿Cual es mi poder?! -Preguntó Nicko con euforia.
-Tardaréis un tiempo en adaptaros a él y averiguar vosotros mismos de qué se trata -contestó Zanguetsu sonriendo-, tranquilos, no tardaréis mucho.
-De acuerdo, entonces no tardemos más -contestó Niadel.
-Sí, ya podemos ir a buscarles -dijo Zanguetsu montándose en el Fénix.

Una vez con aquellas habilidades ocultas despiertas, bajaron del nido y comenzaron la búsqueda, tal vez, esta tarea sería más difícil, pero ya habían conseguido las respuestas que Niadel y Nicko buscaban, ahora tan solo debían de resolverlo todo, aunque debían de darse prisa.

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