La puerta

Tras aquel nuevo rumbo, sabían que no todo estaba perdido, la tierra quemada podía ser recuperada y no iban a permitir perder la oportunidad, de momento habían conseguido reencontrarse, no eran todos, pero sí les reconfortaba. Nicko continuaba pensando en su poder, eufórico por descubrirlo, caminaron hacia el este del nido del Fénix, acercándose al lago.

-Dime una cosa Zan -dijo Niadel-, exactamente, ¿Hacia dónde vamos? -Preguntó mientras cruzaba sus brazos detrás de su cabeza caminando.
-Yo podría volar -pensaba Nicko en voz alta-, sería más fácil encontrarlos a todos, ¡Sí! Chicos, ¿Creéis que pueda volar?
-Lo malo es que aterrices mal -contestó Niadel entre risa.
-Pues podría ser -continuó pensando Nicko.
-Creo que el lago es un buen lugar para descansar -dijo Zanguetsu, contestando a la pregunta de Niadel-, está oscureciendo, el camino lo comenzaremos al alba.
-Es verdad, no me gusta el Bosque oscuro de noche -contestó Nicko asustado-, dicen que hay lobos salvajes.
-Tranquilo, antes de encontrarnos en el lago yo mismo lo atrevesé -contestó Niadel-, no hay nada raro allí, es solo una leyenda.
-... -Zanguetsu quedó pensativo-, pues tendremos que darnos prisa, leyenda o no, hay algo cerca en el bosque.
-¡Encima no me asustes! -Gritó Nicko.
-No grites -contestó Zanguetsu tampando la boca de Nicko con su mano derecha-, tenemos que pasar desapercibidos, la sensación que siento no es muy buena.
-Pues no se hable más -dijo Niadel caminando hacia el bosque-, vamos a el lago.

Zanguetsu y Nicko le siguieron, Zanguetsu con los ojos abiertos, estando alerta, Nicko asustado escondiéndose detrás de sus amigos, aunque sin querer quedarse detrás, Niadel caminaba más sereno, pero también comenzaba a notar aquella senciación angustiosa de la que habló Zanguetsu, algo que no le había ocurrido la primera vez que atravesó el Bosque oscuro.
Las tres plumas de fuego, comenzaron a brillar más fuerte en el bolsillo donde cada uno guardaba la suya; Nicko, empujado por el miedo, notó que la pluma le ardía, aunque tan solo fueran imaginaciones, rápidamente la sacó y la tiró, seguidamente, una rama de un árbol se partió, y más tarde más ramas se escuchaban crujir, rasgando el tronco de árbol.

-¡¿Qué?! -Gritó Nicko -¡¿Qué ocurre?!
-¡Coje tu pluma de fuego! -Gritó Zanguetsu mirando hacia los árboles.
-Hay alguien aquí -dijo Niadel-, hay alguien en los árboles.
-Puedes sentirlo, ¿Eh? -Sonrió Zanguetsu-, pero no me gusta, no es igual que cuando sentí vuestra presencia.
-¡¿Qué quieres decir?! -Preguntó Nicko.
-Vosotros también podéis sentirle -explicó Zanguetsu-, pero aún no tenéis este sentido agudizado, vuestra pluma de fuego os permite sentir a alguien cercano que haya recibido la suya, pero en este, noto una mala presencia.
-Entonces debe de ser alguno de nuestros compañeros, ¿Verdad? -Preguntó Niadel.
-Ninguno de nuestros compañeros tenía esta energía negativa -contestó Zanguetsu-, tenemos que irnos.
-Recoge tu pluma de fuego Nicko -dijo Niadel-, esto no pinta bien.
-¡Está muy lejos! -Gritó Nicko.
-No grites -interrumpió Zanguetsu.
-Pero es que está muy lejos, puede verme ir a por ella -contestaba Nicko asustado.
-Corre, nosotros vigilamos -insistió Niadel mientras comenzaron a caminar para salir del bosque.
-Que no me vea, que no me vea -repetía Nicko, casi cerrando los ojos.

Mientras los tres amigos caminaban sigilósamente, Nicko intentaba recoger su pluma de fuego, por aquel impulso de miedo, la había lanzado demasiado lejos; poco a poco, consiguió llegar a ella sin ningún problema. Pero las ramas continuaban moviéndose, alguien saltaba por ellas con velocidad. Niadel miró a Nicko, este había recuperado su pluma de fuego, pero más arriba, una sombra con silueta de lobo y ojos rojos, le acechaba.

-¡Cuidado Nicko! -Gritó Niadel corriendo hacia él.

Zanguetsu también acudió en su ayuda, pero antes de que consiguieran llegar, Nicko desapareció. Sin tiempo para sorprenderse, el lobo saltó de su escondite, avalanzándose sobre Niadel y Zanguetsu, estos comenzaron a correr en dirección contraria, pero el lobo les alcanzó, cortándoles el camino.

-¡Nicko! -Gritó Niadel-. ¡¿Dónde estás?!
-¿Qué motivos os traen a mi bosque? -Preguntó el lobo.
-¡Y habla y todo! -Gritó Nicko.
-¿Qué? -Se sorprendió Niadel, la voz de Nicko la notaba exactamente a su izquierda, junto a él-. ¿Dónde estás?
-Estoy aquí -contestó Nicko sin darse cuenta que lo que sucedia.

Zanguetsu le miró, fijándose bien, conseguía distinguir la silueta de Nicko, como una sombra, parecía estar camuflado entre las sombras, pues haciendo honor a su nombre, el Bosque oscuro se encontraba sin apenas luz.

-¡¿Qué motivos os traen a mi bosque?! -Gritó el lobo.
-Solo pasabamos por aquí -contestó Nicko tímidamente.
-¡¡Debéis marcharos!! -Inerrumpió el lobo.
-¿Eres tu? -Preguntó Zanguetsu.

Niadel miró con sorpresa al lobo, ciertamente había algo en el que le recordaba a alguien.

-Black Wolf -nombró Zanguetsu-, ¿Qué te ha pasado?
-¡Marcharos! -Gritó Black entre rugidos.
-¿Black? -Preguntó Nicko-. ¡Hemos encontrado a otro!

Ante la impaciencia de Black y las preguntas de Nicko y Zanguetsu, Black Wolf no esperó más, si no se marchaban, los sacaría por la fuerza, los tres amigos no esperaron a ver qué iba a hacer Black, y comenzaron a correr, el lobo les seguía de cerca saltando entre los troncos de los árboles.

-¿Sigues con nosotros Nicko? -Preguntó Niadel.
-Sí -contestó-, ¡Corre!

Al finalizar de hablar Nicko, este tropezó con una raíz que sobresalía un poco de la tierra, haciendo caer así a Niadel y Zanguetsu de costado, sobre un matorral que escondía una una trampilla, por la cual se sumergieron los tres amigos, escurriendose por una pendiente hasta llegar dentro de una cueva que mantenía una tibia luz blanca.

-¿Qué ha pasado? -Preguntó Nicko.
-Aquí estás -contestó Niadel que consiguió verle al fin- ¿Dónde estamos?
-No conozco esta cueva -contestó Zanguetsu-, hemos de econtrar una salida.
-¿Ese lobo era Black Wolf? -Preguntó Nicko.
-No parecía él -contestó Niadel.
-Sí era él -explicó Zanguetsu-, pero parece haber pasado demasiado tiempo en el Bosque oscuro.
-Entiendo, pero no podemos dejarle ahí -contestó Niadel-, tiene que volver con nosotros.
-De momento no podemos hacer nada -dijo Zanguetsu mientras comenzaba el camino-, salgamos de aquí.
-Esto -dijo Nicko tímidamente-, siento que hayamos caído aquí por mi culpa.
-¿Cómo hiciste eso para que no te vieramos? -Preguntó Niadel rompiendo el hielo.
-Eh -sonrió Nicko mientras rascaba su cabeza-, no lo sé, tan solo quería que no me viera.
-Has descubierto tu poder oculto -contestó Zanguetsu-, felicidades, te será muy útil, pero por lo que he visto, solo puedes esconderte en las sombras.
-¡¿Sí?! -Gritó Nicko-, ¡Me gusta!
-Pues ya solo quedo yo -contestó Niadel sonriendo.

Sin darse cuenta, mientras divagaban sobre lo sucedido, se adentraron en la cueva, situándose justo al centro de un círculo rústico dibujado en el suelo, más que un dibujo, parecía un grabado y no se encontraba nada dañado. La luz blanca de la cueva, iluminó el filo del círculo con una luz intesa y deslumbrante que rodeaba a los tres amigos, en pocos segundos la luz les envolvió. Tras irse el destello, tan solo se veía nada, un lugar demasiado estraño en el que flotaban, no había suelo, pared o techo, nada.

-¿Y ahora que ha pasado? -Preguntó Nicko cansado.
-¿Dónde estamos? -Preguntó Niadel- ¿Qué tipo de broma es esta?
-Esto no me gusta -contestó Zanguetsu mirando a su alrededor.

Sin decir nada más, los tres amigos quedaron observando la nada en la que flotaban, su situación había emperado mucho en pocos momentos, lo peor resultaba la incertidumbre que sentían, pero sus plumas de fuego, volvieron a brillar con más fuerza.

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